La más bella historia

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(Advertencia al lector: Cualquier parecido con la realidad y los personajes, es cierto.)

Apenas contaría con 4 ó 5 años. Me sentaba sobre sus rodillas, frente a frente: Machado, Espronceda, Zorrilla, Gabriel y Galán, Campoamor y un largo repertorio de poemas salía de sus labios. Poco a poco yo le iba imitando y, cuando se me olvidaba algún verso, él me daba pié, comenzándomelo y dejándome terminarlo.

Aún era joven. Una amplia alopecia, marcadas líneas de carácter enmarcaban una nariz, algo aguileña, que presidía un poblado bigote, y una barbilla partida, definían su retrato. Rasgos nobles y serenos, aún después de su aventura en la Guerra Civil y sus 8 años de prisión. Después vinieron largos desplazamientos con sus consiguientes ausencias, y cuando empecé a conocerle en el día a día, siendo ya un hombrecito, habían transcurrido más de diez años.

Pasó el tiempo; y aunque la amistad presidia nuestra relación, nunca dejamos de ser padre e hijo. Respeto, cariño, ternura y su infinito deseo de enseñarme lo que él sabía… pero nunca me hablaba de la guerra y de la prisión.

A partir de los 88 años, su mente fue transformándose en un pequeño almacén de recuerdos cada vez más inconexos, desvaídos, confusos en el tiempo y en el espacio, mas le seguía gustando recitar versos. Cuando le visitaba en la residencia, no me reconocía, sin embargo la «Canción del Pirata», salía de sus labios confundida y alterada. Yo le ayudaba, y él la seguía, deshilachándola, como la bandera pirata de su Bajel, hecha jirones, por el viento de la vida. Ahora era yo quien llenaba sus vacíos cuando se perdía, completando sus frases y  sus dudas.

Puedo decir, que nunca vi nada trágico en ello, lo conservo como un hermoso recuerdo, que estará en mi mente hasta que decida deshilacharse, en la inmensa entropía de la memoria.

Cuando cumplió su último aniversario le escribí un poema que le recité, mirando a sus ojos perdidos, llenos de una cándida inocencia, que aún conservaban su dulce mirada:

De tu voz he aprendido los poemas

que, aún sin saber hablar, me recitabas,

e imitaba el movimiento de tus labios,

que en el aire, dibujaban las palabras.

Las cadencias salían de tu boca,

convirtiéndolas en nana delicada,

y tu énfasis, pausas y silencios

encendieron la luz de mi mañana.

Me legaste el amor a la poesía,

el más bello don me regalaste:

la síntesis, el sentimiento, la melodía,

de palabras, pensamientos y romances.

Ahora, Capitán de mis poemas,

pirata de la libertad encadenada,

viento en popa a toda vela,

navegas del atardecer a la esperanza.

De mis labios recuerdas los poemas,

que en su día, tú me declamabas,

devolviéndote el regalo que me hiciste,

para alumbrar tu última balada.

Si pudieras comprender lo que te escribo,

besarías mi frente, ya arrugada,

y meciéndome en tus brazos poderosos,

esperaríamos de nuevo a la mañana.

Manuel Cañadas

9 respuestas a “La más bella historia

  1. Julia Reyes Nieto Carrasco 1 marzo, 2018 / 1:09 pm

    Que bonita historia de amor y admiracion hacia un padre, me a recordado a mi abuela, que también paso por la cárcel despues de la guerra, y que me enseñó todo lo que soy.

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  2. María del Mar 1 marzo, 2018 / 10:11 pm

    La diferencia de edad hace que sea a mi abuelo al que me has hecho recordar.

    Ese hombre tan inteligente y comprometido, de vida militar, vasta, dura, esos ocho años de cárcel después de una guerra cruel y los dos años anteriores a ella también, le pusieron en contacto con compañeros catedráticos que derramaban conocimiento y generosidad a partes iguales, aumentó y de qué manera su cultura. La poesía fue su arma para con pocas palabras y menos papel estar presentes en fechas importantes familiares y para mantener con orgullo patrio la lucha por la libertad.

    Una mañana le explotó la cabeza de tensión arterial que le hizo derramar a Machado, Zorrilla y cuantos poetas vivieron con él a lo largo de su vida. Le acompañaba por todas las estancias de la casa recitando mientras se agotaba, su amigo el médico como una sola voz; debe ser que eso de compartir cárcel y conocimientos entre ratas, culebras, inmundicia y denigre une de por vida.

    Gracias por el artículo Manolo, que me ha servido para hablar de los grandes olvidados… pero era mi abuelo.

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  3. Manuel 2 marzo, 2018 / 10:22 pm

    Gracias Julia

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  4. Pablo Magnieto 3 marzo, 2018 / 6:16 am

    Hermoso homenaje.

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  5. Elena Martínez 4 marzo, 2018 / 11:46 pm

    Cómo me gusta tu forma de escribir y cada relato que nos regalas, es mejor, gracias

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  6. Manuel Cañadas 5 marzo, 2018 / 9:12 pm

    Gracias a todas,os…creo que de aquellas semillas nacieron bellas plantas.

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  7. Victor Jaime Selusi Franch 9 marzo, 2018 / 8:21 pm

    Muy hermoso escrito , Manuel

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  8. elena balado 12 marzo, 2018 / 7:23 pm

    Como siempre MARAVILLOSO. Yo siempre recuerdo a mi padre, cuando yo era pequeña, con un libro de poesía de Gabriel y Galán….. ya lo hablamos en la cena….. gracias Manuel por todos los ratos que nos dedicas.

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  9. Amparo Marti 13 marzo, 2018 / 9:10 pm

    Tienes el DON de transmitir ,transmitir cariño ,recuerdos intactos,calidez ,serenidad , momentos felices ,poesía…,en fin que mas puedo decir ?,pues que estoy de acuerdo con todo lo que te han dicho los compañeros.Grande Manolo. Gracias.Amparo

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