Gracias Palmer

Siempre he sido lo que vulgarmente llaman un “culo inquieto”. A punto de cumplir los 50 me matriculé en la UNED para estudiar Historia. Allí conocí a Juanjo Ferrer—un crack—, con el que he vuelto a disfrutar de su gran calidad didáctica este curso en la UJI. Mis hijas me decían:

-¿Por qué estudias, papá? ¿Qué necesidad tienes de ir a clase, estudiar y hacer exámenes a tu edad?

Yo les decía, que me gustan la historia y el arte, y que me emociono cuando veo una catedral gótica, una iglesia románica, un palacio renacentista, etc. Y aunque esa era la razón principal, no negaré que quería volver a sentir esa emoción, ya olvidada, de aprobar una asignatura, de recibir una buena nota, y de saber si a mi edad iba a ser capaz de aprobar algunas asignaturas. Fuí capaz de aprobar asignaturas y de recibir alguna decepción cuando no lo conseguía.

Cuando llegó el Plan Bolonia, la carrera se dividió en dos: Historia, y Arte, y yo me decanté por ésta última, avanzando en la carrera hasta que llegué al Arte Moderno con los “performances», «happenings» y otras formas de lo que llaman arte y que para mí, en muchos casos, son una tomadura de pelo. Yo disfruto viendo un cuadro de Goya, una escultura de Bernini, un cuadro impresionista, etc, pero el arte moderno ni me gusta ni me motiva y debido a ello abandoné mis estudios de arte.

Unos años mas tarde pensé en matricularme en la UJI cuando me llegara la edad de jubilarme. ¿Qué motivos me impulsaban a volver a estudiar? Pues tengo que decir que unos cuantos: inquietud por aprender, conocer gente nueva, ocupar horas libres y curiosidad por las asignaturas y el profesorado. Tengo que decir que tengo varios amigos matriculados desde hace tiempo y todos me recomendaron que me matriculara.

Una vez finalizadas las clases de Juanjo, Roger, Rosa Ana y Salvador, entraron en acción Rafa, Fernando, Aida y, sobre todo, J.C. Palmer. De Palmer lo primero que me llamó la atención fue su rebelde flequillo, que me recordó bastante al del periodista Alfredo Amestoy (famoso por muchos motivos, pero sobre todo por su flequillo). No hubo apenas preámbulos, ni minutos de tanteo, ya que nos atacó directamente casi desde el principio. 5 minutos para escribir… y quedan 4:45 … Luego aflojó un poco y nos dió un respiro.

Tenía bastante curiosidad por el contenido de Taller de Redacció. Me preguntaba ¿de qué nos hablará este hombre? ¿Sobreviviremos a los 75 minutos de su clase? ¿Valdrá la pena renunciar a una confortable siesta por esa clase? Lo que yo preveía iba a ser un tostón de asignatura, Palmer lo convirtió en algo mas de una hora muy divertida y didáctica y, a pesar de que no soy propenso a regalar halagos, tengo que decir que los martes por la tarde tienen un aliciente especial para mí, y el “culpable” eres tú, Palmer.

Los martes, a la hora de la sagrada siesta, entra Palmer, agitando su flequillo y en mí las ganas de escucharle, seguir sus consejos y ponerme a escribir. Leo todos los textos de mis compañeros, que no son pocos, y la verdad es que hay gente muy buena escribiendo: Manuel, Elena B., Amparo, Elena M., Fernando, Julia, María del Mar, Nieves, Inmaculada y un largo etc. Has despertado, tanto en mí como en la mayoría de los compañeros, las ganas de contar historias, bien vividas o inventadas; algunas con tintes poéticos (Manuel, Fernando), otras—cómo no—reivindicativas (Pablo), y todas ellas escritas con ilusión y, por qué no decirlo, con el deseo de que los compañeros las lean, y nos pongan algún agradable comentario que aumente nuestra auto-estima y nos dé ganas de continuar.

En nombre mío, y en el de muchos compañeros que comparten mi opinión, muchas gracias “profe”. Ha sido un placer conocerte, escucharte, leerte y, sobre todo, hacernos creer que somos capaces de contar historias.

Trainer

Posdata: Soy una persona que tengo un buen sentido del humor y espero que tu también lo tengas y no te molestes por lo del flequillo. Un saludo.