A Carlos

 

Tarde difícil.  Nuevamente, algo se remueve en mi interior al recordar a CARLOS.

Me rondan la cabeza la vulnerabilidad que nos inunda, la nimiedad que somos y la incapacidad manifiesta que tenemos de controlar nuestro destino.

Cuando me enteré de la nefasta noticia de su fallecimiento, lo primero en que pensé fue que se había ido “uno de los nuestros”, como en la película de Scorsese. Sí, uno que, como nosotros, tras una larga y dura vida de trabajo y lucha, disfrutaba de una oportunidad de seguir creciendo como persona, aprendiendo y debatiendo en las aulas de la Universidad para mayores.

Y yo digo, COMPAÑEROS, el mejor homenaje que podernos hacer a CARLOS, después de la multitudinaria despedida, es simple: CONTINUAR.

Sí, de pie, con los dientes apretados, con su recuerdo muy dentro de nosotros y con la cabeza bien alta, esperando el próximo embate del destino.

Sólo desear que, allí donde esté, mantenga su sonrisa y su amor a los animales.

 

José Enrique Sanz Yuste