La energía infinita

Las buenas noticias son especies raras en los medios de comunicación: novedades como el fin de una guerra, el desarrollo de una nueva vacuna, etc., aparecen con cuentagotas. Por tanto, las que, además, cuando se materialicen, sean un punto de inflexión en la historia de la humanidad aparecen una vez cada varias décadas. Ésta que paso a comentar es una de ellas. Cuando le preguntaron a Stephen Hawking, el prestigioso científico, su opinión sobre cuál sería el avance científico que pudiera cambiar la historia de la humanidad, dijo sin dudar que la fusión nuclear. Pues bien, hace unas pocas semanas, el Gobierno de EEUU anunció que, por primera vez en la historia de la humanidad, se ha conseguido en un experimento de fusión nuclear obtener una cantidad de energía mayor de la utilizada. ¿Y esto qué significa? Ni más ni menos que cuando esta tecnología madure y se reproduzca a nivel industrial, la humanidad dispondrá de una fuente de energía inagotable, segura y respetuosa con el medioambiente. 

La fusión nuclear está basada en reproducir de forma controlada las reacciones físicas que se producen en las estrellas (por ejemplo, el sol), siendo ésta la responsable de producir la energía que éstas emiten. Consiste básicamente en la fusión de varios átomos de hidrógeno a temperaturas altísimas, superiores a los 150 millones de grados, para formar átomos de un gas noble y, a la vez, una gran cantidad de energía. Para que nos hagamos una idea, con los átomos que caben en un vaso de agua podremos producir la energía que consumirá una familia de 4 miembros durante toda su vida. Este proceso, a diferencia de la actual energía nuclear, es mucho más limpio y seguro, pues no emite carbón ni genera ningún tipo de residuo radiactivo que se mantenga activo durante miles de años.

Ésta es una excelente noticia, pero seríamos unos ingenuos si pensásemos que dentro de unas pocas décadas, cuando esta energía se comercialice, injusticias como la pobreza energética, los precios abusivos de la luz y demás problemas que últimamente aparecen en todos los medios de comunicación relacionados con la energía desaparecerán.

Si recordamos el slogan no oficial de la campaña en la que Bill Clinton derrotó a George Bush padre en las presidenciales de EEUU (“¡Es la economía, estúpido!”), que sigue vigente en la actualidad, podemos anticipar que este increíble avance tecnológico cambiará las reglas del juego, en el que el poder pasará de tenerlo quien tiene el recurso a tenerlo quien disponga de la tecnología. Los países que se han enriquecido gracias a los combustibles fósiles pasarán a un segundo o tercer plano y los tecnológicamente más desarrollados serán quienes dominen el mundo, pero los pobres seguirán siendo pobres y los “segundones”, pues lo mismo. ¿Les suena la música?

El único que afortunadamente saldrá ganado (y mucho) con esta revolución tecnológica será el planeta, lo cual ya es motivo más que suficiente para valorar la noticia como extraordinariamente buena, pues dispondremos de energía abundante y limpia, olvidándonos de los graves problemas actuales de emisiones de CO2 que están originando el cambio climático y que a la velocidad a la que avanza acabarían con él en no muchos años si revoluciones como esta no ponen remedio. Por ello,  resulta obvio que los gobiernos no están por la labor de resolver problemas por graves que sean si para ello tienen que sacrificar sus propios intereses, por lo que podemos volver a utilizar aquí otra vez el slogan de Clinton.

José Miguel Breva

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