Escuchar aquella música siempre le evocaba la primera vez que descubrieron, por casualidad, una pequeña ermita en el Valle de Garcipollera, cerca de Jaca (Huesca). El río Ijuez, ruidoso por el deshielo, la verde pradera plagada de dientes de león y falso azafrán y ese bosque en cuyo centro se encontraba la ermita de Iguacel protegida por su árbol maestro.
De camino, como si fuera un ritual, siempre le cantaba esa canción que tanto significaba para ellos. Su potente y modulada voz, así como el sentimiento con que la cantaba, la envolvía y le hacía sentirse como un hada en ese lugar mágico.
No era solamente el sonido lo que acariciaba sus sentimientos: era la armonía del lugar, la vieja piedra de las paredes de la ermita, la cantarína fuente de agua cristalina, las magníficas pinturas de su ábside y la paz que se respiraba allí dentro. Era su suelo, decorado con motivos geométricos, hechos con piedras de río colocadas de canto y, según los del lugar, con dos puntos mágicos señalados por el dibujo en piedra de la letra lambda y una cruz inscrita en círculos concéntricos. ¡Cuántas experiencias habían tenido allí dentro!,¡Cuánto habían aprendido de Románico y Gótico en ese lugar!.
Tras haber descansado y saber que ya nada volvería a ser igual, pensó en retomar aquellos libros y apuntes olvidados hace casi cuatro años y volver a sentir su fuerza, recordando tantas horas de estudio juntos y la felicidad que les envolvía en cada clase práctica. ¡Qué bien lo habían pasado!, ¡Cuánta buena gente habían conocido!.
La duda ahora era ser capaz de hacer cosas sin ÉL. Muchas veces el sentimiento la superaba sin que pudiera evitarlo pero, poco a poco, paso a paso, empezaba ha retomar las cosas que tanto le gustaban. Le costaba pero lo conseguiría pues volvía a tener la alegría y la fuerza que esa música le transmitía.
Elena Balado
Maravilloso recuerdo el que has descrito, la música lo envuelve todo y el sonido de esa canción siempre te unirá a la persona que te lo hizo tener.
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Muy bonito Elena. Hay mucha sensibilidad en tu relato.
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Yo conozco algo de Jaca y tu relato me ha recordado aquellos bonitos paisajes.
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Muy bonito relato Elena, lleno de sentimientos y emociones…
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He podido oír esa melodía, es encantadora.
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Jose Angel si vuelves por Jaca no te pierdas Iguacel, te aseguro que no te decepcionará. Alrededor de Jaca hay muchos rincones, muy desconocidos, que son maravillosos.Todo el Pirineo es maravilloso y he tenido la suerte de recorrerlo muchas veces. Gracias por tu comentario.
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Julia, ¡qué bien lo sabes!……. gracias por compartir
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Maria José y Nieves…. gracias a vosotras por los comentarios…..
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Carlos, que la puedas escuchar por mucho tiempo. Gracias
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Precioso relato Elena no creo que El se te olvide nunca, y menos con esa sensibilidad que tienes, brillante
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Los buenos recuerdos que guardamos en nuestro corazón, son el motivo que nos impulsa a seguir adelante
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Elena, era un ser maravilloso, en todos los sentidos. Gracias.
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Vicente,si no fuera por todos esos buenos recuerdos que tengo, sería imposible vivir. Gracias.
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Muy bonito como siempre las tuyas Elena
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Maria Dolores, son sentimientos nada más. Gracias
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Elena, un día hacemos las mochilas y emprendemos la aventura.
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Jose Angel, no me importaría…. tengo una lesión en el pie pero, lo intentaría a mi ritmo. He vivido muchas aventuras con las mochilas, algún día podremos ponerlas en común. Gracias por el ofrecimiento.
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